Consejos prácticos para orar:

  1. Cada día antes de empezar a orar, guardemos un momento en silencio para que pongamos la mente y el espíritu en plena disposición y así rezar con mayor devoción.
  2. Rezar una decena del Rosario a la Santísima Virgen, y luego realizar la meditación del correspondiente día, si los deberes cotidianos sólo permiten dedicar un tiempo corto para la oración.
  3. Rezar el Rosario completo, las oraciones y meditaciones del día, si cuentas con un tiempo más largo para dedicar a María.

Entonces, todos los días podrás:

  1. Contemplar a Nuestra Madre María gracias a la Novena y al Santísimo Rosario.
  2. Confiar tus intenciones y tus proyectos al Inmaculado Corazón de María por medio de las meditaciones diarias.
  3. Venerar a Nuestra Señora de Fátima aprendiendo y meditando sobre los misterios y mensajes a sus videntes: tres jóvenes pastorcitos, dos hermanos de 9 y 7 años, Francisco y Jacinta         Marto, y su prima de 10 años, Lucia Dos Santos.

Intención General:

“Por nuestras familias, para que sientan la dulce presencia de María y así tener la certeza y total confianza de ser guiados por ella, en estos difíciles momentos que pasa la humanidad”

Todos los días:

I. Oración preparatoria
II. Rezo del Rosario
III. Meditación diaria
IV. Oración Final

 

 

ORACIONES

Oración a la Virgen de Fátima (Papa Francisco)

 

Bienaventurada María, Virgen de Fátima,

con renovada gratitud por tu presencia maternal

unimos nuestra voz a la de todas las generaciones

que te llaman Bienaventurada.

 

Celebramos en ti las grandes obras de Dios,

quien nunca se cansa de inclinarse misericordiosamente

hacia la humanidad afligida por el mal,

y herida por el pecado,

para curarla y salvarla.

 

Acoge con benevolencia de Madre

nuestra oración que hoy hacemos con confianza,

ante ti, nuestra querida Madre.

 

Estamos seguros de que cada uno de nosotros

es precioso a tus ojos y que nada de lo que

habita en nuestros corazones es ajeno a ti.

 

Custodia nuestra vida entre tus brazos;

reavive y alimenta la fe;

bendice y refuerza todo deseo de bien;

reaviva y alimenta la fe;

sostén e ilumina la esperanza;

suscita y anima la caridad;

guíanos a todos por el camino de la santidad.

 

Enséñanos tú mismo amor de predilección

por los pequeños y por los pobres,

por los excluidos y por los que sufren,

por los pecadores y por los extraviados de corazón:

congrega a todos bajo tu protección

y entréganos a todos nosotros

a tu Adorado Hijo, Jesús, nuestro Señor.

¡Amén!

 

 

Ofrecimiento para todos los días

¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

¡Amén!

 

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh, Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia ¡te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en tu maternal misericordia y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos ante ti para rendirte tributo con nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y en especial la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra tuya y provecho de nuestras almas.

¡Amén!

1er día                                   lunes 4 de mayo

 

Penitencia y Reparación

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores! que, apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en tu rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que te causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a no afligir más a tu Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a tu Divino Hijo y a tu Corazón Inmaculado.

¡Amén!

 

Meditación:

 

Cometemos una gran injusticia contra Dios y su gracia cuando afirmamos en primer lugar que los pecados son castigados por su juicio, sin anteponer —como enseña el Evangelio— que son perdonados por su misericordia. Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente. Él no negó el pecado, pero pagó por nosotros en la cruz.

«Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. […] Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización» – Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 288.

Apariciones y signos sobrenaturales salpican la historia, entran en el vivo de los acontecimientos humanos y acompañan el camino del mundo, sorprendiendo a creyentes y no creyentes. Estas manifestaciones, que no pueden contradecir el contenido de la fe, deben confluir hacia el objeto central del anuncio de Cristo: el amor del Padre que suscita en los hombres la conversión y da la gracia para abandonarse a Él con devoción filial. Éste es también el mensaje de Fátima que, con un angustioso llamamiento a la conversión y a la penitencia, impulsa en realidad hacia el corazón del Evangelio.

Fátima es sin duda la más profética de las apariciones modernas. La primera y la segunda parte del «secreto» —que se publican por este orden por integridad de la documentación— se refieren sobre todo a la aterradora visión del infierno, la devoción al Corazón Inmaculado de María, la segunda guerra mundial y la previsión de los daños ingentes que Rusia, en su defección de la fe cristiana y en la adhesión al totalitarismo comunista, provocaría a la humanidad. – Tarcisio Bertone, SDB arzobispo emérito de Vercelli. Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

 

¡Oh, Señor! por culpa del orgullo de mi corazón, hemos vivido distraídos siguiendo nuestras ambiciones e intereses, pero sin conseguir ocupar ningún trono. La única manera de ser exaltado es que tu Madre nos tome en brazos, nos cubra con su manto y nos ponga junto a tu corazón. Llevados de la mano de la Virgen Madre y ante su mirada, podemos cantar con alegría las misericordias del Señor.

Que seamos, con María, signo y sacramento de la misericordia de Dios que siempre perdona, perdona todo. ¡Que así sea! Papa Francisco – Fátima, Portugal – mayo 12, 2017

 

Los 3 pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta – Los Videntes

Los pastorcitos de Fátima fueron los hermanos Jacinta y Francisco Marto, que con su prima Lucía de Jesús Rosa dos Santos, cuidaban las ovejas, jugaban y rezaban juntos. Lucía nació en 1907, Francisco en 1908 y Jacinta, en 1910. Desde pequeños aprendieron a cuidarse de las malas compañías y por eso preferían estar con su prima Lucía de Jesús Rosa dos Santos, quien solía hablarles de Jesús.

En 1917, durante las apariciones, los tres pastorcitos sufrieron no sólo de la incomprensión de su familia, de las burlas de sus vecinos y compañeros, sino de la persecución de las autoridades civiles, quienes les solicitaron repetidamente que se retractaran públicamente. Les infundieron miedo haciéndoles creer que, si no admitían que estaban mintiendo, ellos sufrirían quemándose en calderos de aceite caliente. Sin embargo, los tres pastorcitos estaban dispuestos a sufrir todos los martirios a cambio de negar sus verdades.

Desde la primera aparición, los niños buscaban diferentes maneras para multiplicar sus mortificaciones, para ofrecer sacrificios por la salvación de los pecadores.

… Un día, poco después de la cuarta aparición, mientras caminaban, Jacinta encontró una cuerda y propuso ceñir la cuerda a la cintura como sacrificio. Estando los tres pastorcitos de acuerdo, cortaron la cuerda en tres pedazos y se la ataron a la cintura sobre la carne.

Lucia nos cuenta “…que este fue un sacrificio que los hacía sufrir terriblemente, tanto así que Jacinta apenas podía contener las lágrimas…”

Los tres pastorcitos oraban constantemente por el Santo Padre; después de cada Rosario, ofrecían tres Ave Marías por él. La Virgen María no dejaba de escuchar las fervientes súplicas de estos niños, respondiéndoles a menudo de manera visible.

Poco después que las apariciones de Fátima finalizaran, Jacinta y Francisco Marto fallecieron durante la pandemia de gripe española. Pero a pesar de estar enfermos, su fervor para hacer sacrificios no disminuyó ni un poquito.

Francisco murió en 1919 de neumonía bronquial, mientras que Jacinta desarrolló un serio caso de pleuresía y murió en un hospital de Lisboa, un año después.

El 18 de abril de 1989, el Santo Padre, Juan Pablo II, declaró a Francisco y Jacinta Venerables.

El 13 de mayo del 2000, Jacinta y Francisco fueron beatificados por el Santo Padre, Juan Pablo II, siendo los primeros niños no mártires en ser beatificados.

Cuando Jacinta fue beatificada San Juan Pablo II la presentó como una “pequeña alma víctima”.

En el 2017, año del centenario de las Apariciones de Nuestra Señora, el 23 de marzo, fue aprobado el milagro de Lucas Maeda de Oliveira, un niño brasileño que se curó gracias a la intercesión de los Beatos Jacinta y Francisco, quienes fueron canonizados el 13 de mayo de 2017 por el Papa Francisco.

Cuando abrieron el sepulcro de Francisco, encontraron que el Rosario que le habían colocado sobre su pecho, estaba enredado entre los dedos de sus manos.

En cuanto a Jacinta, 15 años después de su muerte, cuando la iban a trasladar hacia el Santuario, encontraron que su cuerpo estaba incorrupto.

Lucía fue la única vidente que vivió hasta la vejez. En 1934 se convirtió en monja de clausura en el Convento de Tuy, España, y luego en 1949 se convirtió en Carmelita Descalza tomando el nombre de Sor María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado en Coimbra, Portugal. Falleció a la edad de 97 años, el 13 de febrero de 2005.

El 30 de abril de 2008, se comenzó el proceso de beatificación de Sor Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado.

 

Francisco Marto

Francisco era de carácter dócil y condescendiente. Le gustaba pasar el tiempo ayudando al necesitado. Todos lo reconocían como un muchacho sincero, justo, obediente y diligente.

En un principio, Francisco no podía ver a Nuestra Señora. Cuando Lucía se dio cuenta de esto, preguntó a la Virgen por qué Francisco no podía verla.

“… Nuestra Señora no dijo el por qué, pero ella le dijo a Lucía: “Dile que rece el Rosario y que me va a ver.” Francisco obedeció con sencillez. Después del sexto o séptimo Ave María, comenzó a ver a la Virgen …”

A diferencia de Jacinta y Lucía, Francisco nunca oyó directamente las palabras de María o del Ángel de la Paz, pero era plenamente consciente de lo que se decía. Eso no le molestaba. Nunca se sintió humillado, ni nunca sintió que era menos que  Lucía o que Jacinta.

Francisco había visto la luz fantástica de Dios arrojada a través del Inmaculado Corazón a la tierra.

Esta luz, había venido de dos maneras. Una con Nuestra Madre y Lucía irradiando hacia abajo, con su trabajo en la tierra. E irradiando hacia arriba, con él y su hermana Jacinta, porque, como ambos hermanos sabían, luego serían llevados al cielo.

La famosa visión del infierno – relacionada con el primer secreto de Fátima – no afectó a Francisco tanto como a Jacinta y lucía. Pero fue fuertemente afectado por la aparición de un demonio después de las apariciones.

La proximidad de su propia muerte también lo dejó impávido. Sin embargo, lo que lo impresionó más fuertemente y que lo absorbió por completo, escribió Lucía, era Dios, la Santísima Trinidad, “percibía en ello esa luz que penetraba íntimo de nuestras almas…”

Después de las apariciones, Francisco conociendo que no habría de vivir mucho en la tierra, mostraba poco interés en ir a la escuela, frecuentemente les decía a Lucía y a Jacinta al momento de aproximarse al colegio:

Sigan, que yo voy a ir a la iglesia a hacerle compañía al Jesús escondido (Santo Sacramento) ¿Qué provecho me hará aprender a leer si pronto estaré en el Cielo?

Dicho esto, Francisco se iba tan cerca como era posible del Tabernáculo.

Las palabras del Ángel en su tercera aparición: “Consolad a vuestro Dios”, hicieron profunda impresión en el alma del pequeño pastorcito. Él deseaba consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, que le había parecido estaban tan tristes.

Francisco decía que todos tenemos que hacer todo lo posible para consolar el corazón de Dios. A Francisco se le oía con frecuencia llorar en medio de la noche. Y cuando le preguntaban el por qué estaba llorando. Francisco decía:

“Estoy pensando en Dios que está tan triste. Si tan sólo pudiera hacerlo feliz”.

A veces, no dormía en toda la noche, sólo se limitaba a orar.

Lo que le dolió más a Francisco fue cuando la gripe le impidió asistir a la iglesia y no poder pasar tiempo con el “Jesús escondido” en el Santísimo Sacramento.

Sin embargo, ofrecía el sufrimiento con gusto como una forma de consolar a la Virgen, que le había parecido estar tan triste.

La misión de Francisco era la reparación de las ofensas a Dios, pero sobre todo estaba preocupado y entristecido por las ofensas a Dios.

Francisco se horrorizó cuando se dio cuenta de lo mucho que nuestros pecados entristecen el corazón de Dios. – Sor Ángela de Fátima

En su enfermedad, Francisco confió a su prima:

¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que Él este así. Le ofrezco cuanto sacrificio yo puedo.

Hacia finales de febrero de 1919, Francisco desmejoró visiblemente y no volvió a levantarse del lecho donde estaba postrado. Sufrió con íntima alegría su enfermedad y sus intensos dolores, como sacrificio para Dios. Cuando Lucía le preguntaba si estaba sufriendo, Francisco respondía:

“Bastante, pero no me importa, sufro todo por el amor de Nuestro Señor y Nuestra Señora, y en breve iré al cielo.”

Francisco no había hecho todavía la Primera Comunión y temía no poder recibir al Señor antes de morir.  El 2 de abril, su estado de salud decayó y se consideró conveniente llamar al párroco. Habiéndose confesado en la tarde, quiso guardar ayuno hasta recibir la comunión.

El 3 de abril, la víspera de su muerte Francisco se confesó y recibió la comunión muy piadosamente, y apenas hubo salido el sacerdote cuando preguntó a su madre si no podía recibir al Señor nuevamente. Después de esto, pidió perdón a todos por cualquier disgusto que les hubiese ocasionado.

A Lucia y Jacinta les añadió:

“Yo me voy al Paraíso; pero desde allí pediré mucho a Jesús y a la Virgen para que os lleve también pronto allá arriba.”

El 4 de abril de 1919, después de 5 meses de mucho sufrimiento, con una sonrisa angelical, sin agonía, y sin un gemido murió santamente “el consolador de Jesús.”

Lucía escribió en su libro “Memorias… ” al narrar la muerte de su primo: “Voló al Cielo en los brazos de Nuestra Madre Celestial.”

Francisco un niño cuya madurez espiritual lo llevó más allá de las frivolidades de este mundo y pasó al reino sin ser visto por algunos en la historia. La luz derramada por María sobre Francisco le había dado una gran comprensión de la eternidad, que era lo que importaba. – Sor Ángela de Fátima

 

Jacinta Marto

Jacinta era de clara inteligencia; ligera y alegre, siempre estaba corriendo, saltando o bailando.

Jacinta, tan ferviente en su amor a Dios, a través de la gracia que había recibido fue consumida por una sed insaciable de salvar a las pobres almas en peligro del infierno. Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto le impresionó.

Una vez exclamó:

¡Qué pena tengo de los pecadores!! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!

“… Jacinta tomó este asunto de hacer sacrificios por la conversión de los pecadores con tanta pasión que nunca dejó escapar una sola ocasión. Cuando llegaba la hora del almuerzo, daba su alimento a las ovejas. Cada vez que se encontraba a niños más pobres que ellos, les daba toda su comida. Cuando buscaban una merienda de bellotas, decidía comer las amargas. Desesperada por deshidratación en un día caluroso, con el sol ardiendo, en el pedregoso terreno de la ladera de una colina, Jacinta decidió no tomar agua cuando finalmente la encontró, como otro sacrificio por pobres pecadores. La sed de Jacinta para hacer sacrificios parecía insaciable…”

Para Jacinta, la gloria de Dios, la salvación de las almas, el respeto al Papa y a los sacerdotes, y el amor por los sacramentos eran elementos demasiado importantes.

Jacinta tenía una devoción muy profunda que la dirigía a estar muy cerca del Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús.

Jacinta asistía a la Santa Misa diariamente y tenía un gran deseo de recibir a Jesús en la Santa Comunión en reparación por los pobres pecadores y por el Santo Padre, pues a Jacinta se le concedió el ver en una visión los sufrimientos tan duros del Sumo Pontífice.

Yo lo he visto en una casa muy grande, arrodillado, con el rostro entre las manos, y lloraba. Afuera había mucha gente; algunos tiraban piedras, otros decían imprecaciones y palabrotas.

Jacinta sufrió mucho por la muerte de su hermano. Cuando Francisco se estaba muriendo, Jacinta le dijo:

“Dale todo mi amor a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, y diles que sufriré tanto como quieran, por la conversión de los pecadores y en reparación al Corazón Inmaculado de María.”

Poco después de esto, como resultado de la bronconeumonía, se le declaró una pleuresía purulenta, acompañada por otras complicaciones.

Antes de morir, Nuestra Señora se le apareció varias veces y le reveló muchos detalles sobre los pecados, sobre las guerras y sobre las virtudes cristianas.

Un día le declara a Lucia:

“La Virgen ha venido a verme y me preguntó si quería seguir convirtiendo pecadores.

Respondí que sí y Ella añadió: “… que iré pronto a un hospital y que sufriré mucho, pero que lo padezca todo por la conversión de los pecadores, en reparación de las ofensas cometidas contra Su Corazón y por amor a Jesús.” “… que mamá me acompañará, pero que luego me quedaré sola.”

Y así fue.

En el verano de 1919, por orden del médico Jacinta fue internada en el hospital de San Agustín de Vila Nova, donde fue sometida a un tratamiento por dos meses. Regresó a su casa sin mejoría alguna, incluso con una gran llaga en el pecho que necesitaba cuidados médicos diarios. Pero, por falta de higiene la llaga se infectó tanto que para Jacinta se le convirtió en un verdadero tormento.

Durante su enfermedad le dijo a Lucía:

“Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María”.

Al despedirse de Lucía le hizo estas recomendaciones:

“Ya falta poco para irme al cielo. Tú quedas aquí para contar que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Dile a toda la gente que Dios nos concede muchas gracias por medio del Inmaculado Corazón de María. Que se las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María, que pidan por la paz al Inmaculado Corazón, que Dios se la confió a Ella.

¡Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro en el pecho, que me está abrazando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María!

El 2 de febrero de 1920 ingresó en el hospital de Doña Estefanía en Lisboa.

Y el 10 de febrero le realizaron una operación en la cual le quitaron dos costillas sin anestesia.

Tres días antes de morir le dijo a la enfermera,

“la Santísima Virgen se me ha aparecido asegurándome que pronto vendrá a buscarme, y desde aquel momento se me quitaran los dolores”

El 20 de febrero de 1920, Jacinta estando en un hospital de Lisboa sola y lejos de sus padres, fallece, después de haberse confesado y haber hecho solicitado los últimos Sacramentos, incluyendo la Extremaunción. Desafortunadamente, el sacerdote no vio la urgencia y prometió llevársela al día siguiente. Pero Jacinta murió un rato después.

Su cuerpo reposa junto con al de Francisco, en el Santuario de Fátima.

 

Lucía de Jesús Rosa dos Santos

Lucía es considerada la principal protagonista de las apariciones de Fátima, sin embargo, desde la primera aparición de la Virgen Lucía tuvo que soportar muchos sufrimientos, sobre todo porque en el pueblo y la escuela era criticada y se dudaba de ella y sus relatos de las apariciones. Incluso los sacerdotes de la parroquia de Fátima insinuaron que ella podría ser un “pequeño instrumento del demonio”. Fueron tantas las torturas y agresiones verbales que tuvieron que experimentar ella y sus primos Jacinta y Francisco que Lucía sentía mucho temor para volver al lugar de las apariciones; sin embargo, ante la constante insistencia de sus primos, venció los temores y regresó a la Cova de Iría, como la Santísima Virgen se lo había solicitado.

Uno de sus mayores tristezas fue cuando la Virgen le expresó “… que Jacinta y Francisco pronto irían al cielo pero que Lucia debía quedar en la tierra para propagar sus mensajes y para difundir la devoción al Corazón Inmaculado de María.”

Así ocurrió.

Nuestra Señora instruyó a Lucía para aprender a leer y a escribir para cumplir su misión terrenal. Lucía escribió cuatro memorias, y dejó una voluminosa correspondencia documentando detalladamente el acontecimiento de Fátima con todas sus implicaciones, incluyendo el conocido “Tercer Secreto de Fátima”.

En 1921, cuando Lucía tenía apenas 14 años fue enviada al convento de las Hermanas Doroteas de Villar en Oporto, por decisión del Obispo de Leiria. En 1924, cuando Lucía era aún postulante, la Santísima Virgen María se le manifestó y le reveló la promesa de los Cinco Primeros sábados.

En 1928, hizo sus votos religiosos temporales y en 1934 los votos perpetuos.

Luego ingresó al convento de las Hermanas Carmelitas de Coimbra, Portugal, tomando el nombre de María Lucía del Inmaculado Corazón, pero fue más conocida como la Hermana Lucía. En 1949 hizo sus votos solemnes.

En junio del 1929, en Tuy, España, Lucía tuvo la Visión de la Santísima Trinidad, y Nuestra Señora le hizo la petición de la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Y recayó en Lucía la responsabilidad de hablar con los Papas de turno al respecto.

En 1946 regresó Portugal y, en 1948, entró en el Carmelo de Santa Teresa en Coimbra, donde profesó sus votos como carmelita en 1949.

Sor Lucía regresó a Fátima varias veces: el 22 de Mayo de 1946; el 13 de Mayo de 1967; en 1981, para dirigir en el Carmelo un trabajo pictórico sobre las Apariciones; el 13 de Febrero de 1982, el 13 de Mayo de 1991 y el 13 de Mayo de 2000, fecha de la Beatificación de sus primos Jacinta y Francisco, por el Papa Juan Pablo II.

A los 97 años, el 13 de febrero del 2005, durante el rezo de la novena a los beatos Jacinta y Francisco, Lucía falleció en el Convento del Carmelo, Coimbra, Portugal, donde aún era visitada por la Virgen y donde el Papa Juan Pablo II también la visitó.

El 19 de febrero de 2006, sus restos mortales fueron trasladados a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Cova da Iria, siendo colocados al lado de los de su prima Jacinta Marto.

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

2do día                            martes 5 de mayo

                                               Santidad de vida

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María! Madre de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las malas costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar con dignidad nuestra condición de cristianos y de llevar una vida conforme a las promesas bautismales.

¡Amén!

 

Meditación:

 

El mensaje de la Virgen en Fátima sigue estando plenamente vigente en nuestros días, existe mucha necesidad de oración en estos días en los que el mundo sufre las consecuencias del pecado.

 

“También en nuestros días hay mucha necesidad de oración y de penitencia para implorar la gracia de la conversión, como como el fin de los absurdos conflictos, grandes y pequeños, y de la violencia que desfiguran el rostro de la humanidad”.

 

En Fátima, la Virgen eligió el corazón inocente y la simplicidad de los pequeños Francisco, Jacinta y Lucía, en los cuales depositó su mensaje. Estos niños lo escucharon dignamente, y así fueron reconocidos como testigos fiables de las apariciones y se convirtieron en modelos de vida cristiana”.

 

¡Oh, cuán profundamente sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y para el mundo: para nuestro mundo contemporáneo, ¡en unión con Cristo mismo! En efecto, la obra redentora de Cristo debe ser participada por el mundo a través de la Iglesia. […] Esta bendición, se cumplió plenamente en la Virgen María, puesto que ninguna otra criatura ha visto brillar sobre sí el rostro de Dios como ella, que dio un rostro humano al Hijo del Padre eterno; a quien podemos ahora contemplar en los sucesivos momentos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de su vida, como recordamos en el rezo del Rosario.” – Papa Francisco – Fátima, Portugal – Mayo 13, 2017

 

 

 

 

Ciclo Angélico: 1915 – 1916

 

  • Manifestaciones de 1915

En 1915, en lo alto del Monte do Cabeço, Lucía y tres de sus compañeritas, Teresa Matias, Maria Rosa y María Justino, presenciaron manifestaciones así descritas en las “Memorias de Lucía”:

Habíamos empezado mal (rezando el Rosario) cuando, delante de nuestros ojos, vemos, como suspendida en el aire, sobre la arboleda, una figura como si fuese una estatua de nieve que los rayos de sol convertían en algo transparente.

– ¿Qué es aquello? – Preguntaron mis compañeras, medias asustadas.

– ¡No sé!

Continuamos nuestro rezo, siempre con los ojos fijos en dicha figura que, en cuanto terminamos, desapareció. – Memorias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 75.

Para preparar a los pastorcitos para las futuras apariciones de Nuestra Señora, los pastorcitos tuvieron una serie de apariciones de un Ángel que se les identificó como el Ángel de Portugal, diciéndoles:

«No teman. Yo soy el Ángel de la Paz. Recen conmigo.»

  • Primera aparición del Ángel

En la primavera de 1916 Lucía, Francisco y Jacinta tuvieron su primer encuentro con un mensajero celestial.

Lucía relata:

“Fuimos esa vez a la propiedad de mis padres, que está abajo del Cabeco, mirando hacia el este. Se llama Chousa Velha. Como a mitad de mañana comenzó a lloviznar y subimos la colina, seguidos de las ovejas, en busca de una roca que nos protegiera. Así fue como entramos por primera vez en el lugar santo, que está en el medio de una arboleda de olivos que pertenece a mi padrino, Anastasio. Desde allí uno puede ver la aldea donde yo nací, la casa de mi padre y también Casa Velha y Eira da Pedra. La arboleda de olivos, que en realidad pertenece a varias personas, se extiende hasta estos lugares.

Pasamos el día allí, a pesar que la lluvia había pasado y el sol brillaba en el cielo azul. Almorzamos nuestras porciones y rezamos el Rosario. Después de eso comenzamos a jugar un juego con guijarros. Pasaron tan sólo unos segundos cuando un fuerte viento comenzó a mover los árboles y miramos hacia arriba para ver lo que estaba pasando, ya que era un día sumamente calmado. Comenzamos a divisar a la distancia, que sobre los árboles que se extendían una luz más blanca que la nieve con la forma de un joven, algo transparente, tan brillante como un cristal en los rayos del sol. Cuando se nos acercó pudimos distinguir sus rasgos. Nos quedamos asombrados y absorbidos y no musitamos palabra alguna nada entre nosotros. Nos dijo: «No tengan miedo. Soy el Ángel de la paz. Oren conmigo.»

Enseguida él se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo con su frente. Con un impulso sobrenatural nosotros hicimos lo mismo, repitiendo las palabras que le escuchábamos pronunciar:

«Dios mío, yo creo, adoro, ¡espero y te amo! te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman»

… después de repetir esto tres veces, el Ángel se levanta y dice:

«Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus suplicaciones.»

Inmediatamente el Ángel se desvaneció, quedando una atmósfera sobrenatural que era tan intensa que los pastorcitos estuvieron por largo rato sin ni siquiera percatarse de su propia existencia.

“La presencia de Dios era tan poderosa e íntima que aún entre nosotros mismo no podíamos hablar. Al día siguiente, también esta atmósfera nos ataba, y se fue disminuyendo y desapareció gradualmente. Ninguno de nosotros pensó en hablar de esta aparición o hacer ningún tipo de promesa en secreto. Estábamos encerrados en el silencio sin siquiera desearlo.” – Memorias de Lucía

  • Segunda aparición del Ángel

Durante el verano de 1916 los tres pastorcitos jugaban en el jardín cerca del pozo detrás de la casa de la familia de Lucía en Aljustrel. De repente vieron al mismo Ángel cerca de ellos:

«¿Qué están haciendo? ¡Oren! ¡Oren mucho! Los corazones de Jesús y María tienen para ustedes designios Misericordiosos. Ofrezcan constantemente sus oraciones y sacrificios a Dios, el Altísimo.

– ¿Cómo nos tenemos que sacrificar?, preguntó Lucía.

– De todas las maneras que puedan, ofrezcan sacrificios a Dios en reparación por los pecados con que Él es ofendido, y por la conversión de los pecadores. De esta manera ustedes atraerán la paz a su país. Yo soy el Ángel de su guarda, el Ángel de Portugal. Además, acepten y aguanten con paciencia los sufrimientos que Dios les enviará.» – Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 170 (IV Memoria).

Esta aparición renovó el efecto profundo que tuvo la primera visión del Ángel en ellos. Francisco, quien a lo largo de las apariciones del Ángel y de nuestra Señora podía ver, pero no escuchar, no tuvo éxito en obtener de las niñas las palabras que el Ángel había dicho hasta el próximo día.

Las palabras pronunciadas por el enviado, se sumieron en lo profundo de nuestras almas como llamas ardientes, mostrándonos quien es Dios, cuál es su Amor por nosotros, y cómo Él quiere que nosotros le amemos, también el valor del sacrificio, cuánto le agrada, y cómo Él lo recibe para la conversión de los pecadores. Es por eso que a partir de ese momento comenzamos a ofrecerle todo lo que nos mortificaba. – Memorias de Lucía.

  • Tercera aparición del Ángel

Durante el otoño de 1916 ocurrió la tercera aparición del Ángel. Habiéndose dirigido a Cabeco con sus rebaños, y estando más atentos a las palabras del Ángel, ellos se arrodillaron inmediatamente para orar la oración que les enseñó el Ángel: «Dios mío, yo creo, adoro, ¡espero y te amo! te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman.»

Lucía relata:

“Después de haber repetido esta oración no sé cuántas veces, vimos una luz extraña brillar sobre nosotros. Levantamos nuestras cabezas para ver qué pasaba. El Ángel tenía en su mano izquierda un cáliz y sobre él, en el aire, había una Hostia de donde caían gotas de sangre al interior del cáliz. Dejando el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, se postró por tierra y se arrodilla cerca de nosotros y nos pide que repitamos tres veces:

«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente, te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido por la conversión de los pobres pecadores.»

Después se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la Hostia. La Hostia se la dio a Lucía y lo que contenía el cáliz se lo dio a beber a Jacinta y a Francisco, diciendo al mismo tiempo:

«Tomen y beban el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo terriblemente agraviado por la ingratitud de los hombres. Ofrezcan reparación por los ultrajes y consuelen a Dios.»

Una vez más él se inclinó al suelo repitiendo con nosotros la misma oración tres veces: «Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo … etc.» y desapareció. Abrumados por la atmósfera sobrenatural que los envolvía, los pastorcitos imitaron al Ángel en todo, arrodillándose, postrándose como él lo hacía y repitiendo las oraciones como él las decía.

Fue la última vez que los niños vieron al Ángel de la Paz.

Nada más sucedió en los días de “rutina” que siguieron. Pasó el otoño, llegó el invierno, la primavera con su nueva vida, y todo el tiempo los niños abrigaron la esperanza de que ese Ser de Luz pudiera regresar a ellos.

Fortalecidos por el “Pan de Ángel” fue la forma en la que los pastorcitos fueron catequizados en oración, sufrimiento por la reparación de los pecados, y en la doctrina de la Santa Eucaristía, y preparados para las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, la Inmaculada Virgen María.

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.                                                        ¡Amén!

3er día                                       miércoles 6 de mayo

                                                       Amor a la oración

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María! vaso insigne de devoción, que te apareciste en Fátima teniendo colgado de tus manos el Santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Oren, oren mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones para poder obtener el conocimiento y un gran amor a Jesucristo en esta vida y hasta la unión feliz con Él en la eternidad.

¡Amén!

Meditación:

 

Respondiendo a su petición, recemos juntos por la Iglesia, por la Sede de Pedro y por las intenciones de todo el mundo” […] “Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los escépticos, por todos los que niegan a Dios y por las almas del purgatorio. ¡A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón! – Papa Francisco, Octubre 4, 2017, Vaticano

El Rosario es “el arma” contra el demonio a quien solo se le puede derrotar con la oración. En momentos de turbulencia espiritual, se aconseja protegerse bajo el manto de la Santa Madre de Dios pronunciando la invocación ‘Sub Tuum Praesidium’

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita! – Sub Tuum Praesidium.

Que las oraciones remuevan los ánimos más revueltos para que destierren de sus corazones, de sus palabras y de sus gestos, la violencia, y construyan comunidades no violentas que cuiden la casa común. Nada es imposible si nos dirigimos a Dios en la oración. Todos podemos ser artesanos de paz. – Papa Francisco, Octubre 11, 2017

 

Ciclo Mariano: Primera aparición, 13 de mayo de 1917

 

Llevando a su rebaño fuera de Aljustrel en la mañana del 13 de mayo, la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, los tres niños pasaron Fátima, donde se encontraban la parroquia y el cementerio, y procedieron más o menos un kilómetro hacia el norte a las pendientes de Cova. Aquí dejaron que sus ovejas pastorearan mientras ellos jugaban en la pradera que llevaba uno que otro árbol de roble. Después de haber tomado su almuerzo alrededor del mediodía decidieron rezar el rosario, aunque de una manera un poco truncada, diciendo sólo las primeras palabras de cada oración. Al instante, ellos fueron sobresaltados por lo que después describieron como un “rayo en medio de un cielo azul”. Pensando que una tormenta se acercaba se debatían si debían tomar las ovejas e irse a casa. Preparándose para hacerlo fueron nuevamente sorprendidos por una luz extraña.

Comenzamos a ir cuesta abajo llevando a las ovejas hacia el camino. Cuando estábamos en la mitad de la cuesta, cerca de un árbol de roble (el gran árbol que hoy en día está rodeado de una reja de hierro), vimos otro rayo, y después de da unos cuantos pasos más vimos en un árbol de roble (uno más pequeño más abajo en la colina) a una señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rallos de luz clara e intensa, como una copa de cristal llena de pura agua cuando el sol radiante pasa por ella. Nos detuvimos asombrados por la aparición. Estábamos tan cerca que quedamos en la luz que la rodeaba, o que ella irradiaba, casi a un metro y medio.

«– ¡No tengan miedo! ¡Yo no le voy a hacer daño!»

Lucía respondió por parte de los tres, como lo hizo durante todas las apariciones

– ¿De dónde es usted?

«– Yo vengo del Cielo.»

La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La presencia de la Señora le producía solo felicidad y un gozo confiado.

– ¿Y qué es lo que usted  quiere de nosotros?

«– Vine a pedirles que vengan aquí, a esta misma hora, los días 13 de cada mes durante 6 meses seguidos. Después les diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí una séptima vez.»

[– ¿Usted me puede decir si la guerra durará aún mucho tiempo o si se acabará pronto?

«– No te lo puedo decir aún, mientras no te diga también lo que quiero.]»

– ¿Y yo también voy a ir al Cielo?

«– Sí, tu irás al cielo.»

– ¿Y Jacinta?

«– También.»

– ¿Y Francisco?

«– También, pero primero tiene que rezar muchos Rosarios.»

La Señora miró a Francisco con compasión por unos minutos, matizado con una pequeña tristeza. Lucía después se recordó de algunos amigos que habían fallecido.

[…]

– ¿Y María das Neves ya está en el Cielo?

«– Sí, ella está en el cielo.»

– ¿Y Amelia?

«– Ella estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.»

[…]

«– ¿Ustedes quisieran ofrecerse a sí mismos a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les envíe, como acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?»

– ¡Sí, sí lo queremos!

«– Tendrán, pues, que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será su consuelo y los fortalecerá.»

Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de Dios, etc.) cuando abrió por primera vez las manos, comunicándonos una luz tan intensa, que expedía de ellas como un gran reflejo, que penetrándonos en el pecho y en lo más íntimo del alma, nos hacía ver a nosotros mismos en Dios, que nos hacía ver más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un impulso interior de agradecimiento caímos de rodillas repitiendo en nuestros corazones:

«– ¡Oh Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento!»

Los niños permanecían de rodillas en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que la Señora habló de nuevo, mencionando la guerra en Europa, de la que tenían poca ninguna noción.

Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora agregó:

«– Recen el Rosario todos los días, para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra.»

Después de esto ella se comenzó a elevar lentamente hacia el este, hasta que desapareció en la inmensa distancia. La luz que la rodeaba parecía que se adentraba entre las estrellas, es por eso que a veces decíamos que vimos a los cielos abrirse.

Memorias da Irmã Lucia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 172-173 (IV Memoria)

Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuario de Fátima, 1992, p. 9.

Los días siguientes fueron llenos de entusiasmo, aunque ellos no pretendían que fueran así. Lucía había prevenido a los otros de mantener a su visita en secreto, sabiendo correctamente las dificultades que ellos experimentarían si los eventos se sabrían. Sin embargo la felicidad de Jacinta no pudo ser contenida, cuando prontamente se olvidó de su promesa y se lo reveló todo a su madre, quien la escuchó pacientemente pero le dio poca credibilidad a los hechos. Sus hermanos y hermanas se metían con sus preguntas y chistes. Entre los interrogadores solo su padre, “Ti” Marto estuvo inclinado a aceptar la historia como verdad. El creía en la honestidad de sus hijos, y tenía una simple apreciación de las obras de Dios, de manera que él se convirtió en el primer creyente de las apariciones de Fátima.

La madre de Lucía, por otro lado, cuando finalmente escuchó lo que había ocurrido, creyó que su propia hija era la instigadora de un fraude, sino una blasfemia. Lucía comprendió rápidamente lo que la Señora quería decir cuando dijo que ellos sufrirían mucho. María Rosa no pudo hacer que Lucía se retractara, aún bajo amenazas. Finalmente la llevó a la fuerza donde el párroco, el padre Ferreira, sin tener éxito. Por otro lado, el padre de Lucía, quien no era muy religioso, estaba prácticamente indiferente, atribuyendo todo a los caprichos de mujeres. Las próximas semanas, mientras los niños esperaban su próxima visita de la Señora en Junio, les revelaron que tenían pocos creyentes, y muchos en contra en Aljustrel y Fátima.

 

Oración Final:

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

4er día                                           jueves 7 de mayo

     Amor a la Iglesia

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia! que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus sencillas almas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de tu Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia de los sacramentos.

¡Amén!

 

Meditación:

 

La Santísima Virgen confía a los niños un secreto para bien de ellos, pero no para enriquecerse. Les dice que su Hijo Jesús quiere servirse de Lucía para dar a conocer y amar la devoción a su Inmaculado Corazón rodeado de punzantes espinas, que simbolizaban los agravios de los hombres.

Francisco y Jacinta siguieron siendo niños normales que, respondiendo a la gracia de Dios que trabajaba en ellos, demostraron que estaban listos para poner de lados sus intereses personales para satisfacer a Dios y a sus vecinos y lo hicieron con alegría.

Es de admirar la manera cómo vivieron y testimoniaron la fe en sus escasos años de vida, más allá de la oposición, amenazas y hasta castigos sufridos a tan corta edad.

Los niños rezaban, ayunaban, hacían sacrificios y meditaban. Además, sabiendo que Jacinta y Francisco iban a morir prematuramente, como les había anunciado la “Señora” en uno de sus mensajes, no se quejaban, sino que seguían rezando, felices de “ofrecer su vida a Dios para la conversión de los pecadores”.

Los tres pastorcitos fueron considerados como perturbadores del orden público, fueron encarcelados, pero luego liberados por presión popular. En una ocasión, el alcalde de la localidad arrestó a los niños y los amenazó con freírlos vivos en aceite hirviendo si no admitían que su historia era falsa.  Pese a esto y a otras amenazas y castigos, los niños nunca se rindieron, siempre se mantuvieron firmes en su fe en “Nuestra Señora”, que fue creciendo con el pasar del tiempo, hasta su muerte.

Francisco y Jacinta llegaron a la santidad no por haber sido testimonios de las apariciones, sino porque, a su corta edad, vivieron en forma heroica sus virtudes cristianas. – Paolo Molinari

Queremos, ¡oh, Madre mía consolarte y desagraviarte! Inspíranos.

 

Ciclo Mariano: Segunda aparición, 13 de junio de 1917

 

La segunda vez que la Virgen María se les presentó a los tres pastorcitos tuvo lugar el 13 de junio de 1917, justo después de haber rezado el Santo Rosario. Para ese entonces ya se habían reunido más de 50 personas en el lugar indicado.

Es en esta aparición que se establece la devoción al Inmaculado Corazón de María, pues en ella Nuestra Señora les pidió a los niños que rezaran el Rosario y que aprendieran a leer.

– ¿Qué es lo que quiere de mí? – Lucía pregunta.

«– Quiero que vengan aquí el día 13 del próximo mes, que recen el Rosario todos los días y que aprendan a leer. Después les diré lo que quiero.»

Entonces Lucía le pidió la curación de una persona enferma.

«– Si se convierte, y se curará a lo largo del año.»

– Lucía también le dijo que ella quería pedirle que los llevara al Cielo.

«– Sí; a Jacinta y a Francisco me los llevaré dentro de poco, pero tú te quedarás en la tierra algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.»

– Lucía preguntó con mucho dolor: ¿Me quedo yo aquí solita?

«– No, te aflijas. ¡No te desanimes! Yo nunca te abandonaré. Mi Inmaculado Corazón te servirá de refugio y a través de él irás a Dios.»

En ese mismo instante, la Virgen abrió las manos y les comunicó, por segunda vez, el reflejo de una luz inmensa que la envolvía. En ella los pastorcitos se sentían como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de esa luz que se elevaba hacia el Cielo y Lucía en la que se esparcía sobre la tierra.

Al frente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora, había un corazón rodeado de espinas que parecían clavársele.

Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, deseando ansiosamente reparación. – Memorias da Irmã Lucia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010

La aparición terminó luego como en la primera ocasión, con la Señora elevándose hacia el oriente y desapareciendo en la “inmensidad de los cielos.”

Francisco muy impresionado con lo que había visto, le preguntó después a Lucía:

– “¿Por qué la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella luz tan grande que es Dios? Tú, Lucía, estabas con Ella en la luz que bajaba a la tierra y Jacinta y yo en la que subía al cielo.”

– Lucía  le respondió a Francisco con mucho dolor: “Es que tú, con Jacinta, irán dentro de poco al cielo. Yo me quedaré acá en la tierra con el Corazón Inmaculado de María.”

A pesar de la alegría que los tres pastorcitos experimentaban durante esos preciosos momentos, las dificultades, la tristeza y el dolor causado por la falta de compresión no cesaba, aunque moderado por la confianza de algunos de los presentes en Cova de Iría. Ellos sabían que algo inusual había ocurrido, algunos percibieron los “rayos”, otros percibieron un cierto oscurecimiento del sol, otros una pequeña nube gris que iba y venía mientras ocurría la aparición y al final de cuentas todos ellos creyeron.

Además, las dificultades con sus familias no cesaron, especialmente con sus madres, quienes estaban verdaderamente alarmadas ya que los eventos no sólo continuaban sino que además se extendían por la comarca. A esto hay que añadirle la “actitud cautelosa” del párroco, que sospechaba que después de todo esto fuera a ser real,  pero de origen demoníaco.

 

Oración Final:

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

5to día                                      viernes  8 de mayo

María, salud de los enfermos

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos! que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste entonces curaciones durante tus apariciones en Fátima, y santificaste ese lugar, con tu presencia, lo convertiste en oficina de tus misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A tu Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, cargando las enfermedades de nuestras almas, todas las aflicciones y dolencias de nuestra vida. Echa sobre ellas una mirada de compasión y sánalas con la ternura de tus manos, para que así podamos servirte y amarte con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.

¡Amén!

 

Meditación:

 

Después de la visión del infierno, los tres pastorcitos se tomaron la vida más en serio.

Jacinta pensaba en la eterna condenación de los que morían sin confesarse.

Francisco se acordaba de Jesús Sacramentado, olvidado, ofendido y muy triste.

 

Lucía añoraba el cielo.

 

Los tres intensificaron sus tiempos de oración, ofrecían continuamente ayunos y toda clase de mortificaciones. Repetían sin cesar la jaculatoria que Nuestra Señora les enseño:

 

«¡Oh, Jesús mío! perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia y danos la paz.»

 

Así también quiero vivir, pensar y orar.

 

Ciclo Mariano: Tercera aparición, 13 de julio de 1917

 

Mientras se acercaba el día 13 de julio, Lucía se sentía muy afectada por las palabras del párroco que advertía que el diablo podría estar detrás de las apariciones. En una ocasión, le contó a Jacinta que no tenía intención alguna para ir. Pero cuando finalmente llegó el 13 de julio, sus miedos y ansiedades desaparecieron, tanto así que al mediodía ya estaba con Jacinta y Francisco esperando la llegada de la bella Señora a Cova de Iría.

Unos minutos después de haber llegado a Cova de Iria, cerca de la encina, donde un gran número de personas estaban rezando el Rosario, los tres pastorcitos vieron un rayo de luz, y de un momento a otro Nuestra Señora se les apareció en la encina.

– “Lucía”, dijo Jacinta, “habla, la Señora te está hablando”.

– ¿Si? Lucía, habló humildemente, pidiendo perdón por sus dudas con todos sus gestos, y le dijo a la Señora “¿Qué quiere usted de mí?

«– Quiero que vengan aquí el día 13 del mes que viene, que continúen rezando el Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque solo el Rosario puede ayudar.

–  “Sí, Sí”

– Quería pedirle que nos dijera quién es, y si es posible que haga un milagro para que todos nos crean que usted si se nos aparece.

«– Continúen viniendo aquí todos los meses. En octubre les diré quién soy, y qué es lo que quiero, y haré un milagro que todos podrán ver, para creer.»

Tan segura estaba de lo que acontecía que Lucia comenzó a presentar ante la Señora las peticiones que todos le habían confiado. La Señora dijo muy gentilmente que ella curaría a algunos, pero que a otros  no los curaría.

– Tengo aquí una petición para que usted convierta a una mujer de Pedrógão y una de Fátima y mejore a un niño de Moita.

– Les dijo que la convertiría y que el niño mejoraría en un año.

– ¿Y el hijo paralítico de María da Capelinha?

«– No, no será curado ni de su enfermedad ni de su pobreza, y debe de asegurarse de rezar el Rosario junto a su familia todos los días.»

– Otro caso encomendado por Lucía a la Señora fue el de una mujer enferma de Atougia quien pidió que se la llevaran al cielo.

«– Dile que no tenga prisa. Dile que yo sé muy bien por qué, y  cuando yo vendré a buscarla..»

– Haced sacrificios por los pecadores y repitan muchas veces y en especial cuando hagan algún sacrificio:

“Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.”

Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos, como lo había hecho en los dos meses anteriores.

Los rayos de luz parecían penetrar en la tierra y los tres pastorcitos vieron como un gran mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, estaban los demonios y las almas con forma humana, como si fuesen tizones transparentes en llamas, todos de color negro o bronceado, que flotaban en el fuego; levantadas en el aire llevadas por las llamas que de ellas mismas salían junto a grandes nubes de humo que caían por todos lados como  chispas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación que los horrorizaron y los  estremecieron de pavor

– ¡debe haber sido esta visión la que hizo que yo gritara, como dice la gente que hice! – Lucía

Los demonios podían distinguirse por sus formas aterradoras y espeluznantes como animales espantosos, desconocidos, como carbones negros pero transparentes sobre las llamas.

– Asustados y como pidiendo socorro, los niños levantaron sus miradas hacia Nuestra Señora, que les dijo con bondad y tristeza:

«– Ustedes acaban de ver el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores, Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo les diga, se salvarán muchas almas y habrá paz. Esta guerra cesará, pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz extraña y desconocida, (esto ocurrió el 28 de Enero de 1938) sepan que esa es la señal que Dios les da y que indicará que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre.»

«Para impedir esto, vengo a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y pido que los primeros Sábados de cada mes se hagan comuniones en reparación por todos los pecados del mundo. Si atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero, acarreando nuevas guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.»

«Pero al final Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre  consagrará a Rusia a mi Inmaculado Corazón, y Rusia se convertirá, y el mundo gozará de un tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe…

Después de las dos partes que ya expuse, vimos en el lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más alto, un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; al brillar, despedía llamas que parecían que iban a incendiar al mundo; pero se apagaban con el contacto del brillo que de la mano derecha expedía Nuestra Señora a su encuentro: el Ángel apuntando con la mano derecha hacia la tierra, con voz fuerte dijo: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”

Y vimos en una luz inmensa, que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando le pasa por delante un Obispo vestido de Blanco; tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Varios otros, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subían una escabrosa montaña, en lo alto de la cual estaba una gran Cruz de troncos toscos como si su corteza fuera de corcho.

Antes de llegar allí, el Santo Padre atravesó una gran ciudad casi en ruinas, y medio tambaleante, con andar vacilante, desconsolado de dolor y pena, iba orando por las almas de los cadáveres que se encontraba por el camino; llegando a lo alto del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue asesinado por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros y flechas. De la misma manera iban muriendo unos tras otros, Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares, caballeros y señoras de todas las clases y posiciones sociales.

Bajo los dos brazos de la Cruz estaban dos Ángeles, cada uno en la mano tenía una regadera de cristal, en ellas recogían la sangre de los mártires y con ella regaban las almas que se aproximaban a Dios.}

Recuerden,  no deben decirle esto a nadie más que a Francisco.»

Cuando recen el rosario, digan después de cada misterio:

«¡Oh, Jesús mío! perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia y danos la paz.»

Después de un instante de silencio Lucía preguntó:

– ¿Hay algo más que quiera de mi?

«– No. Hoy no quiero nada más.»

Luego, al igual que antes, Nuestra Señora comenzó a ascender hacia el cielo dirección oriente, hasta que finalmente desapareció en la inmensa oscuridad del firmamento.

Alarmado por el número de personas que estaban continuamente interesándose en los eventos de Fátima, el gobierno civil que era secular y peligrosamente anti clerical, atentó o infructuosamente con arrebatar a los niños de la comunidad y exponer a la Iglesia como colaboradora en un fraude.

La posesión del Secreto fue ser una grandísima prueba para los tres pastorcitos. Tanto sus familias, como los vecinos, los seguidores de las apariciones, hasta el mismo clero, trataron sin éxito que les fuera revelado.

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

6to día                                            sábado 9 de mayo

María, refugio de los pecadores

 

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, refugio de los pecadores! que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que las almas descarriadas no caigan en las penas eternas del infierno. Tú que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infunde en nuestras almas un gran miedo al pecado y un santo temor reverencial a la justicia divina, y al mismo tiempo compasión por los pobres pecadores y un santo celo al consagrar nuestros esfuerzos con oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.

 

¡Amén!

 

Meditación:

 

De la misma manera que los profetas (Jr 1, 19), la vocación de los niños acoge el sufrimiento como parte integrante de su misión. Serán, por muchos, acusados de fraude o de codicia. Las mismas familias de los niños, con la única excepción del papá de Francisco y de Jacinta, temen que los tres pastorcitos estén propagando una mentira y en definitiva temen por sus vidas. En todos los lados, e incluso en sus propias casas son sometidos a interrogatorios incesantes y extenuantes.

Los pastorcitos fueron perseguidos y encarcelados. En la prisión actuaron como misioneros enseñando a los delincuentes a rezar el Rosario y dando ejemplo de resignación.

Durante todos estos meses, dieron ejemplo y nunca se apropiaron de las limosnas de los peregrinos, los utilizan para los gastos en torno a las apariciones y para construir la capilla.

La Virgen nos transmitió el mensaje de que muchas almas van al infierno porque no tienen quien se sacrifique y ruegue por ellos. Como los tres pastorcitos debemos perseverar rezando el Rosario todos los días con la fuerte intención de salvar almas del infierno. Para curar el cuerpo, antes hay que limpiar el alma de pecado.

 

Ciclo Mariano: Cuarta aparición, 13 de agosto de 1917

 

En un intento por conocer “la verdad” sin éxito, el 11 de agosto, Arturo Santos, un apóstata católico  había planeado una trampa que dejaría a los niños bajo su custodia para forzarlos a revelar todo.

El alcalde llegó a Aljustrel en la mañana del 13 de agosto, con el pretexto de llevar a los pastorcitos en un automóvil como medio de transporte para que los niños pudieran trasladarse en medio de la multitud que los agobiaba. Con un supuesto acto de buena fe, se ofreció llevar a los tres niños y a sus padres a ver al párroco, haciéndoles creer que los quería ver. Ya estando en la casa parroquial, armo una artimaña y dejo allí a los padres, llevándose solo a los niños hasta otro poblado, Vila Nova de Ourem, a unas 9 millas de distancia. Allí continuó presionando a los pequeños para que le revelaran el secreto, trato de sobornarlos, los encerró en una celda con varios criminales e incluso los amenazó de muerte friéndolos en aceite para hacerlos retractar de su historia. Todas estas artimañas no lograron ningún resultado. A pesar de su corta edad, su fuerte fe en Nuestra Señora y su coraje fueron totalmente imperturbables.

La respuesta inocente de Francisco irradia paz y alegría:

«¡Si nos matan, como dicen, dentro de poco estaremos en el Cielo! ¡Qué bueno! Por eso no me importan nada sus amenazas.» – Francisco Marto

Mientras tanto en Cova de Iría, al mediodía del 13 de agosto, incluso sin la presencia de los tres pastorcitos, los signos externos característicos de las apariciones se hicieron visibles para la multitud, que para ese entonces seguía creciendo en número. Después que los signos característicos terminaron, la multitud se dispersó, sin saber las razones por las cuales los pastorcitos no estuvieron presentes, y sin imaginarse nada de las trampas tendidas por el gobierno.

Así y todo, el supuesto juicio para los niños siguió su “curso legal” por dos días más, causando muchas más preocupaciones a sus familias.

Finalmente, el 15 de agosto, la fiesta de la Asunción, el alcalde los condujo de nuevo a Fátima y los dejó a los pies de la rectoría, donde fueron avistados por aquellos que salían en ese momento de la misa. Realmente, ese fue el único esfuerzo serio por parte de las autoridades para intervenir en el tema de la Señora de Fátima.

De todos modos los planes de Nuestra Señora, fueron retrasados solo unos días. El domingo 19 de agosto, Lucía y su hermano Juan y Francisco estaban pastoreando sus ovejas en un lugar llamado Valinhos, que está ubicado alrededor de colina donde se les había aparecido el ángel en dos ocasiones anteriores. Alrededor de las 4 de la tarde, presintiendo que la Señora estaba a punto de aparecérseles, Lucía trataba sin mucho éxito de convencer a su hermano Juan, que fuera a buscar a Jacinta, hasta el punto que tuvo que ofrecerle unos cuantos centavos para ir a buscarla. Mientras Lucía y Francisco esperaban vieron la luz característica, y justo en el momento en  que Jacinta llegó, se les apareció nuevamente la Señora.

– ¿Qué quieres de mí?

«– Quiero que vengan otra vez a Cova de Iria el 13 del próximo mes, y que continúen rezando el Rosario todos los días. En el último mes, haré un milagro para que todos crean. [Si no le hubieran contado a los del pueblo, el Milagro hubiera sido el más grande conocido; hubiera venido San José con el Niño Jesús para dar la paz al mundo y hubiera venido Nuestro Señor a bendecir al pueblo, hubiera venido Nuestra Señora del Rosario con un Ángel a cada lado y Nuestra Señora con un arco de flores alrededor.]»

 

 

– ¿Qué debemos hacer con las ofrendas que la gente deja en Cova de Iría?

«– Hagan dos andas (para cargar estatuas) para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Quiero que tú y Jacinta lleven una de ellas con otras dos niñas vestidas de blanco; además quiero que Francisco, con otros tres niños ayudándolo, cargue la otra. Los niños también han de vestir de blanco. Lo que quede de las ofrendas ayudará para la construcción de la capilla que ha de ser construida aquí.»

– Lucía le dio que quería pedirle la curación de algunos enfermos.

«– Sí, a algunos curaré durante el año.«

Y mirándolos tristemente, les dijo:

«– Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Muchas almas se van al infierno, porque no hay nadie que esté dispuesto a sacrificarse por ellas.»

Habiendo dicho esto la aparición se desvaneció como en las otras ocasiones.

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

7mo día                                domingo 10 de mayo

María, alivio de las almas del purgatorio

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, Reina del purgatorio! tú que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de tu Corazón maternal, a todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos aquellos nuestros allegados y familiares y a aquellas que son las más abandonadas y necesitadas; ofréceles alivio en sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente tus misericordias.

¡Amén!

 

Meditación:

 

Nuestra Señora de Fátima no vaciló en enseñarles a los tres pastorcitos la terrible visión del infierno, y con mucha tristeza les advirtió, que eran muchas las almas que se perdían en este lugar de tormento. La Virgen María en Fátima nos enseña que nuestra oración confiada en Dios puede salvar a las almas de ir al infierno. El purgatorio es un regalo de la misericordia divina, ya que ningún alma con impurezas puede ser del todo feliz en la eternidad junto a Dios. Nuestra Señora necesita nuestras oraciones y sacrificios para que sus hijos se salven. No escatimemos esfuerzos en ayudar a María a salvar a los hombres.

 

Ciclo Mariano: Quinta aparición, 13 de septiembre de 1917

Para ese entonces, las historias de las apariciones se habían expandido más allá de los límites de la región y ese jueves, 13 de septiembre, se encontraban cerca de 30.000 personas que con gran dificultad apenas dejaban pasar a los tres pastorcitos en su camino a Cova de Iría; además que todo el mundo los quería ver y hablar. Unos lograban acercarse a los pastorcitos para clamarles su intercesión ante Nuestra Señora, algunos gritaban subidos a los árboles, otros a través de la multitud o incluso llamándoles desde la distancia. Los niños escuchaban… “… ¡Pidan que me cure a mi hijo inválido!…” “… a mi hijo ciego…” “… a mi hija muda…” “… que me traiga a mi esposo que está en la guerra…” “… que me convierta a un pecador…” “… que estoy tuberculoso…”… etc.

¡Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad!

Cuando por fin lograron llegar a Cova de Iría, empezaron a rezar el Rosario acompañados de la multitud. Un poco más tarde los niños vieron el reflejo de luz, la multitud pudo ver a los niños ponerse de pie mirando hacia el oriente y ver como la admiración se apoderaba de sus rostros. De un momento a otro, los niños cayeron de rodillas, y las personas que estaban cerca de Lucía la escucharon decir:

“¿Qué quieres de mí?”

«– Continúen rezando el Rosario para lograr el fin de la guerra. En octubre vendrá Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Carmen, San José aparecerá con el Niño Jesús para bendecir al Mundo. Dios está contento con sus sacrificios, pero no quiere que duerman con la cuerda puesta; llevenla solo durante el día. [la cuerda la llevaban atada a la cintura. Era uno de las más dolorosas mortificaciones que los tres pastorcitos ofrecían por la conversión de los pecadores.]

 

Los pastorcitos tampoco comían meriendas, y renunciaban a tomar agua cuando sentían sed. Pero mayores eran los sacrificios que exigía la misión que la Virgen les encomendó: las vejaciones, la curiosidad malsana y las molestadora de la gente, las interminables visitas de gente preguntona, las persecuciones, el ridículo que experimentaban, el tiempo en prisión, las torturas, etc.

– Tengo las peticiones de muchas personas que piden su ayuda, y la cura de algunos enfermos. ¿Curarías a una niña que es sordomuda?

«– Ella mejorará en un año.»

– ¿Y las conversiones que algunos han pedido? ¿Las sanaciones de los enfermos?

«– Curaré a algunos enfermos, pero a otros no, [porque Nuestro Señor no confía en todos ellos, pues algunos, recuperada su salud, volverían a caer en sus vicios y pecados… y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud.]»

– ¿Aún quiere que aquí se construya la capilla pequeña con el dinero que las personas han dejado aquí?

«– Sí, deseo que se construya una pequeña capilla en honor de Nuestra Señora del Rosario. Pero diles que se utilice sólo la mitad de ese dinero para esto; ustedes ya saben que la otra mitad será para las dos andas como ya se los había comentado.»

– Muchos creen que yo soy una impostora y un fraude, dicen que merezco ser colgada o quemada. ¿Podéis por favor hacer un milagro para que ellos crean?

«– En octubre haré un gran milagro para que todos crean.»

Lucía le ofreció dos cartas y un frasco con agua de colonia.

– Me dieron esto, si usted lo quiere.

«– Eso no sirve para ir al Cielo.»

Tan pronto la aparición terminó, la visión se elevó como antes, y Lucía, señalando a la Señora,  le dijo a la multitud: ” Si desean verla, ¡miren! ¡Miren!”

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

 

¡Amén!

8vo día                                       lunes 11 de mayo

María, Reina del Rosario

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María! que en tu última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo. Infunde en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que meditamos a través del Rosario, para así obtener sus bendiciones eternas. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a su rezo diario y así honrarte al meditar tus gozos, tus dolores y tus glorias. Además de hacernos merecedores de tu protección maternal y de tu asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.

 

¡Amén!

 

Meditación:

 

Una gran multitud se reúne en este último encuentro, ya fuera que estuvieran sedientos de Dios o que fueran simples curiosos, son testimonio de una señal, como la Señora lo había prometido. Pero, para los pequeños, Lucía, Francisco y Jacinta, el último encuentro se vuelve en una permanente evocación de que estaban llamados a hacer de sus vidas una bendición.

 

Los tres pastorcitos, vivían con intensidad, como solo ellos lo sabían hacer. Rezaban también. Desde siempre rezaban el Rosario después de la merienda, pero con las apariciones de la Virgen, su devoción creció y sus meditaciones alrededor del Rosario lo que ellos no dejaban de hacer, como un hecho muy propio, recorriendo las cuentas del misterio con la simple evocación de las avemarías, para finalizar con un profundo y grave padrenuestro (M 43-44). La oración simple de quien invoca un nombre. De esta persistencia de invocar el nombre de Dios, incluso con el afán infantil de quien quiere saltar, germinará un don de una vida acogida y ofrecida en sacrificio.

 

Ciclo Mariano: Sexta (última) aparición, 13 de octubre de 1917

 

Durante la noche del 12 al 13 de octubre llovió toda la noche, empapando el suelo y a los miles de peregrinos que viajaban a Fátima desde todas las partes y de todas las maneras, a pie, en carro, en carretas. Llegaban a Cova de Iría por el camino de Fátima – Leiria, y de ahí bajaban hacia el lugar de las apariciones, que hoy en día todavía pasa frente a la gran plaza de la Basílica, en donde hoy está la capillita moderna de vidrio, circundando la primera que se construyó donde estaba la encina y en donde se puso con una estatua de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.

Al final de cuentas, los tres pastorcitos lograron llegar a Cova de Iría entre las adulaciones y el escepticismo que los afectaba desde el mes de mayo. Estando allí, encontraban personas malintencionadas que cuestionaban su veracidad, e incluso criticaban la “impuntualidad” de la Señora, que había prometido llegar al medio día, y pues ya habían pasado las doce del día, según la hora oficial de Portugal.

Alrededor de las 2:00 p.m. cuando el sol llegó a su apogeo, fue cuando la Señora se apareció como lo había anunciado.

– ¿Qué quieres de mí?

«– Quiero que construyan una capilla aquí en mi honor. Quiero que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra pronto terminará [aún hoy] y los soldados regresarán a sus hogares.»

– ¡Sí, Sí! ¿Me dirá su nombre?

«– Yo soy la Señora del Rosario.»

– Yo tengo muchas peticiones de muchas personas: que si curaba a unos enfermos y que si convertía a unos pecadores… ¿Se las concederá?

«– Algunas serán concedidas, y otras las debo negar. Las personas deben rehacer sus vidas y es necesario que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados.»

Y tomando un aspecto más triste:

«– ¡No deben de ofender más a nuestro Señor que ya está muy ofendido! [Si el pueblo se enmienda, acaba la guerra y, si no se enmienda, se acabará el mundo.]»

– ¿Y eso es todo lo que tienes que pedirnos?

«– Yo no quiero nada más.»

Y mientras se eleva hacia el oriente, abriendo las manos las hizo reflejar en el sol, ella tornó las palmas de sus manos hacia el cielo oscuro y continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol.

Aunque la lluvia había cedido, las nubes oscuras continuaban oscureciendo el sol, que de repente se escapa entre ellos y se ve como un suave disco de plata.

– ¡Miren el sol!

En ese mismo instante, dos distintas apariciones pudieron ser vistas: el fenómeno del sol presenciado por los 70.000 espectadores y la otra que fue percibida sólo por los niños. Lucía describe esta aparición en su diario:

Después que Nuestra Señora desapareció en la inmensa distancia del firmamento, vimos, al lado del sol, a San José con el Niño Jesús y Nuestra Señora vestida como de blanco pero con un manto azul.

San José con el Niño parecían estar bendiciendo el mundo, ya que hacían la señal de la cruz con sus manos. Poco después, desvanecida esta aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora que me hacía pensar que se trataba de Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo de la misma manera que lo hizo San José. Esta aparición se desvaneció y entonces ví a Nuestra Señora en la forma de Nuestra Señora del Carmen. [Sólo Lucia vio la última aparición, como anticipando su entrada al Carmelo unos años después.]»

Mientras los tres pastorcitos veían las diversas apariciones de Jesús, María y San José, la multitud presenció un prodigio diferente, el tan conocido y  famoso “Milagro del sol.”

Entre los testimonios se describe el fenómeno del sol de las siguientes maneras:

“… como un disco con un aro claramente marcado, luminoso y resplandeciente, pero que no hacía daño a los ojos. No estoy de acuerdo con la comparación que he escuchado que han hecho en Fátima y la de un pesado disco plateado. Era un color más claro, rico y resplandeciente que tenía algo del brillo de una perla… ”

“… No se parecía en nada a la luna en una noche clara porque al verlo uno y sentirlo parecía un cuerpo vivo. No era una esfera como la luna ni tenía el mismo color o matiz. Parecía como una rueda de cristal hecha de la madre de todas las perlas. No se podía confundir con el sol visto a través de la neblina (porque no había neblina en ese momento), porque no era opaca, difusa ni cubierta con un velo. En Fátima daba luz y calor y aparentaba un claro cofre con un arco bien difundido… ”

“… El sol transformó todo de diferentes colores – amarillo, azul y blanco, entonces se sacudió y tembló, parecía una rueda de fuego que caía sobre la gente. Empezaron a gritar “¡nos va a matar a todos!”, otros clamaron a nuestro Señor para que los salvara, ellos recitaban el acto de contrición. Una mujer comenzó a confesar sus pecados en voz alta, diciendo que había hecho esto y aquello… ”

“… Cuando al fin el sol dejó de saltar y de moverse todos respiramos aliviados. Aún estábamos vivos, y el milagro predicho por los niños fue visto por todos… ”

“… Podíamos mirar con facilidad el sol, que por alguna razón no nos cegaba. Parecía titilar primero en un sentido y luego en otro. Sus rayos se esparcían en muchas direcciones y pintaban todas las cosas en diferentes colores, los árboles, la gente,  el aire y la tierra. Pero lo más extraordinario para mí,  era que el sol no lastimaba nuestros ojos. Todo estaba tranquilo y en silencio y todos miraban hacia arriba. De pronto, pareció que el sol dejó de girar. Luego comenzó a moverse y a danzar en el cielo, hasta que parecía desprenderse de su lugar y caer sobre nosotros. Fue un momento terrible… ”

“… la lluvia cesó, el cielo de color gris nacarado iluminaba la vasta región árida con una extraña luz. El sol tenía como un velo de gasa transparente que hacía fácil el mirarlo fijamente. El tono grisáceo madre perla en que se tornó en una lámina de plata,  que se rompió cuando las nubes se abrían y el sol de plata envuelto en el mismo velo de luz gris, se vio girar y moverse en el círculo de las nubes abiertas. De todas las bocas se escuchó un gemido y las personas cayeron de rodillas sobre el suelo fangoso… ”

“… La luz se tornó en un azul precioso, como si atravesara el vitral de una catedral y esparció sus rayos sobre las personas que estaban de rodillas con los brazos extendidos. El azul desapareció lentamente y luego la luz pareció traspasar un cristal amarillo. La luz amarilla tiñó los pañuelos blancos, las faldas oscuras de las mujeres. Lo mismo sucedió en los árboles, las piedras y en la sierra. La gente lloraba y oraba con la cabeza descubierta ante la presencia del milagro que habían esperado. Los segundos parecían como horas, así de intensos eran… ”

“… Parecía una placa de pura plata y se podía mirar fijamente sin incomodar. Pudo haber sido un eclipse que sucedía en ese momento. Pero en ese mismo momento se produjo un gran grito, y uno podía escuchar a los espectadores más cercanos gritar: ¡un milagro! ¡Un milagro! … ”

“… Ante el asombro reflejado en los ojos de los espectadores, cuya semblanza era bíblica ya que todos tenían la cabeza descubierta, y que buscaban ansiosamente algo en el cielo, el sol temblaba, hizo ciertos movimientos repentinos fuera de las leyes cósmicas – el sol “danzaba” de acuerdo a las expresiones típicas de la gente… ”

“… Las  gentes  se preguntaban los unos a los otros lo que habían visto. La gran mayoría admitió ver el sol danzando y temblando, otros afirmaban que habían visto el rostro de la Virgen Santísima. Otros juraron que vieron el sol girar como una rueda que se acercaba a la tierra como si fuera a quemarla con sus rayos. Algunos dijeron haber visto cambios de colores sucesivamente… ”

Esta fue la última aparición para Jacinta y Francisco. Sin embargo, a Lucía, Nuestra Señora se la apareció una séptima vez como lo había prometido la Virgen en su primera aparición en el mes de mayo.

En 1920, antes de dejar Fátima para ir a un internado de niñas, Lucía estaba en oración en Cova de Iría, cuando se le apareció nuevamente la Señora para animarla y fortalecerla en su decisión en dedicarse enteramente a Dios.

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!

9no día                                     martes 12 de mayo

El Inmaculado Corazón de María

 

Oración del día:

 

¡Oh Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de tu Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Permite, ¡oh, Corazón de la más tierna de las madres! que sepamos comprender tu mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y que tu Corazón sea nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con tu adorado Hijo Jesús.

 

¡Amén!

 

Meditación:

 

La vida de Lucía, de Francisco y de Jacinta, los pastorcitos de Fátima, es una historia de gracia y misericordia. En estos niños vemos actuar la misma fuerza paradójica que sella toda la historia de la salvación: la desproporción infinita entre la historia de los soberbios y de los poderosos, con sus esquemas, estrategias y conflictos, y la historia de los humildes que, en la verdad de su existencia, son invitados por Dios a ser fermento de transformación de la humanidad.

 

Como videntes de la misericordia de Dios, los pastorcitos enseñarán el mensaje que acogieron a través de sus vidas sencillas. Son constituidos como testimonios de la presencia del amor de Dios, de ese Dios que es Amor (1 Jn 4,8), exponiendo al mundo su rostro misericordioso que convertirá sus vidas en un reflejo de aquella Luz, que era el propio Dios, en la cual, a la sombra de una encina, la Señora los hizo ver a sí mismos (M 174).

 

¡Oh, dulcísima Reina del mundo! Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsados por el filial anhelo de contemplarte, acudimos a prometerte la leal acogida de tus deseos, y a implorarte que protejas al Papa, a los obispos y a los sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos. Sana, ¡oh, Virgen de las fuentes milagrosas! a los enfermos, asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio. Te ruego, en fin, ¡oh, Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas nuestras necesidades… [Físicas y espirituales]. Pues nosotros confiando en tu suplicante omnipotencia, nos abandonamos a tus amorosos brazos. Recíbenos, como hijos, en tu maternal regazo, y no nos desampares ni en la vida ni en la muerte.

 

Mensajes y Misterios de Nuestra Señora de Fátima

 

El secreto de Fátima consiste en un conjunto de visiones y profecías que Nuestra Señora de Fátima confió a los tres Pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, el 13 de Julio de 1917.

18 años después de las apariciones, entre 1935 y 1941, bajo las órdenes de sus superiores, Sor Lucía escribió cuatro memorias de los acontecimientos de Fátima.

En la tercera memoria escribió las dos primeras partes del secreto y explicó que había una tercera parte que el cielo aún no le permitía revelar.

En la cuarta memoria, al final de la segunda parte del secreto, añadió una frase: “En Portugal, se conservará siempre el dogma de la fe, etc.”

Esta frase fue la base de mucha especulación, se dijo que la tercera parte del secreto se refería a una gran apostasía.

La primera parte del secreto es una visión del infierno, que es para muchos la más importante, porque revela a los individuos las trágicas consecuencias de la falta de arrepentimiento y lo que les espera en el mundo invisible si no se convierten.

La segunda parte del secreto es sobre la devoción al Inmaculado Corazón:

“Ustedes han visto el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.”

Después de explicar la visión del infierno, María habló de una guerra que “iniciará durante el pontificado de Pío XI.” Esta última fue la Segunda Guerra Mundial, que fue ocasionada, según las consideraciones de Sor Lucía, por la anexión de Austria a Alemania durante el pontificado del Papa Pío XI.

Las dos primeras partes fueron dadas a conocer en agosto de 1941.

El 31 de octubre de 1942, el Papa Pío XII consagró al Inmaculado Corazón de María, no sólo a Rusia, sino a todo el mundo. Lo que faltó, sin embargo, fue la participación de los obispos del mundo.

En 1943, cuando el Obispo de Leiria solicitó a Sor Lucía que revelara la tercera parte del secreto, ella titubeó durante un corto período de tiempo “no convencida de que Dios le tenía permitido, con suficiente claridad, el hacerlo”. No obstante, el 3 de Enero de 1944, Lucía escribió el “secreto”, lo colocó en un sobre lacrado en el que Sor Lucía escribió que no debía abrirse hasta 1960, y lo entregó a la custodia del Obispo. Para asegurar una mayor protección del “secreto”, el sobre fue depositado en los archivos secretos del Vaticano el 4 de Abril de 1957. La Hermana Lucía fue informada sobre ello.

El texto completo de la tercera parte del “secreto” a la que los sucesivos pontífices, incluyendo al Papa Juan XXIII y al Papa Pablo VI, tuvieron acceso pleno.

Por su parte, el Papa Juan Pablo II, pidió el sobre que contiene la tercera parte del ‘secreto’ tras el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo de 1981. Después de leerlo, el Santo Padre se dio cuenta de la conexión entre el intento de asesinato y Fátima: “fue la mano de una madre que guió la trayectoria de la bala”, detalló.

El texto completo fue hecho público por Su Santidad Juan Pablo II en mayo de 2000. Esta tercera visión profética, se refiere al asesinato del Santo Padre y describe los terribles sufrimientos de la Iglesia Mártir en nuestros tiempos.

Tras la publicación de la tercera y cuarta memoria, el mundo puso atención en el secreto de Fátima y las tres partes del mensaje, incluyendo la petición de la Virgen para que Rusia se consagre a su Inmaculado Corazón a través del Papa y los obispos del mundo.

Tiempo después de haber interpretado y releído el “tercer secreto”, Joseph Ratzinger -quien después se convertiría en el sucesor de Juan Pablo II como papa y renunciaría para dejarle su lugar al Papa Francisco señaló que “… la clave de la aparición de Fátima es su llamado al arrepentimiento y a la conversión.” Comentario Teológico – Papa Emérito Benedicto XVI, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Las tres partes del secreto sirven para motivar al individuo al arrepentimiento y lo hacen de una manera contundente.

El Mensaje de Fátima es una invitación a la búsqueda de la salvación, iniciada por el Ángel de la Paz en 1916 y completada por Nuestra Señora en 1917. Fue vivida de manera histórica por los tres Pastorcitos – Lucía, Jacinta y Francisco.

El Mensaje de Fátima, que es el Evangelio, subraya los siguientes puntos:

La conversión permanente,

La oración y especialmente el Rosario,

El sentido de la responsabilidad colectiva y la práctica de la reparación.

La aceptación de este mensaje, trae consigo la Consagración al Corazón Inmaculado de María, que es símbolo de un compromiso de fidelidad y de apostolado.

La Virgen María en sus seis Apariciones en Fátima, nos pide que recemos el Rosario todos los días.

Lucia cuenta en su cuarta “Memoria”, que Nuestra Señora, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:

«Ofrezcan sacrificios por los pecadores, y repitan muchas veces, en especial cuando hagan algún sacrificio: ¡Oh, Jesús! es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.»

 

En la misma aparición, Nuestra Señora volvió a insistir:

 

«Cuando recéis el rosario decid, al final de cada misterio: ¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas especialmente a las más necesitadas!»

 

Oración Final:

 

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!